El padre Leonardo Castillo fue y será una persona recordada , en muchos puntos de Andalucía , por su entrega a los demás.
Desde muy pequeño supo que quería dedicarse a ayudar al prójimo. La localidad gaditana de Algar, lo vio nacer el 25 de julio de 1931. Los medios de aquella época eran escasos pero gracias a la ayuda económica de las personas que lo conocían, pudo realizar sus estudios y ordenarse como sacerdote. Su primera misa la celebró en el Convento de las Hermanas de la Cruz. Un acto muy importante, ya que Sor Ángela era una referencia de peso para él y una guía en la que reflejarse a lo largo de su vida.
Nunca se olvidó de su pueblo, y en él ofreció misa unos días después para, a partir de este momento, volcarse en mejorar la vida de los más desfavorecidos. Para el padre Leonardo, Cazalla de la Sierra fue su primer destino como sacerdote. Allí vivió muchos años y cultivó unas amistades que lo marcarían para siempre.
Supo de las Escuelas Profesionales en Vitoria y vio en ellas la posibilidad de ofrecer un oficio a todos aquellos niños, en su mayoría analfabetos, que no tenían otra opción que trabajar en el campo. Al principio parecía una locura, pero Leonardo supo ganarse la oportunidad e intentarlo. En 1956 el Cardenal Bueno Monreal le permitió viajar a Vitoria y conocer el proceder de estas clases que tantas oportunidades darían a los miles de alumnos que por ellas pasaron.
El dinero para poner en marcha dicha iniciativa salió de festivales taurinos benéficos que el Padre Leonardo Castillo organizaba como nadie. De ahí su apodo como “padre festivales”. Esta proximidad al mundo del toro no sólo supuso la “gasolina” para su centro educativo , sino que le permitió entablar relaciones con toreros, ganaderos y demás personas involucradas en este sector.
Su gran amigo Juan de Dios Pareja-Obregón García quién organizó muchos festivales taurinos con él, le dedicó esta poesía:
«Mi cura es un gran torero
con una sabia muleta,
no tiene ni una peseta
pero le sobra el salero.
Dios le llena el monedero
cada vez que se vacía.
Y será un milagro un día
que no llegue su corriente
a la más humilde gente
que bendice su osadía.»
Aunque dedicó mucho tiempo a poner en pie la formación profesional nunca dejó de lado la beneficencia. Atender a los enfermos y reclusos era su prioridad.
Desde Cazalla de la Sierra a Carrión de los Céspedes pasando por la Iglesia de la O , donde estuvo como párroco , o Cáritas de Sevilla de la que fue nombrado delegado diocesano. Unos puestos que desempeñó como mejor supo, sin olvidar a los más necesitados.
Su trabajo en el Centro Penitenciario de Sevilla, donde fue capellán, sigue vigente hoy en día a través de la Fundación Padre Leonardo Castillo. El trato a los enfermos, concretamente las vivencias en la Peregrinación a Lourdes que cada año realizaba desde 1984, no han cesado. Sus voluntarios, sus “Costaleros Para Un Cristo Vivo”, como él mismo los llamaba , no le han fallado nunca. Siguen con su labor con el mismo ahínco que él lo hubiera hecho.
Tras una densa labor social, el 25 de marzo de 2005 falleció en Sevilla. Dada la importancia de su figura, el Cardenal Amigo Vallejo ofició un multitudinario funeral en la catedral de la capital andaluza.